- Por Ricardo Guerra / Traducción Alejandro Acosta
En América Latina (AL) se encuentra en marcha un plan de reforma del Estado Nacional y la Sociedad Civil, con el fin de eliminar el poder de las elecciones e imponer como decisión lo que el capital transnacional y sus representantes locales, a quienes consideran como enemigos: “El votante” – contra quien no se miden esfuerzos para manipular las ideas y posicionarlo en contra de proyectos considerados nacionalistas y orientados a los intereses populares y la causa obrera.
De esta manera, con el objetivo de dominar naciones, tomar posesión de sus recursos naturales, públicos y financieros y explorar sus territorios y poblaciones (Dominación de espectro completo), utilizan la disonancia cognitiva como estrategia de guerra de información y se promueve una falsa comprensión y la consecuente negación de la realidad, transformando el elector común en una pieza de fácil maniobra en el juego político, en un contexto más amplio de una guerra híbrida.
La DEA, agencia norteamericana “reguladora” del narcotráfico internacional (comillas irónicamente puestas por Romulus Maya), juega un papel fundamental en este proceso y actúa para crear condiciones y brindar garantías para que el consorcio formado entre autoridades políticas, militares, judiciales y religiosas con el narcotráfico, pueda gestionar negocios legales e ilegales en la región. Todo esto bajo la tutela de gobiernos elevados al poder por las cuidadosas manos del Estado Profundo (deep state) estadounidense y sus tentáculos en los países de interés, cuyo financiamiento lo pagan los traficantes.
Este proceso, que aquí en Duplo Expresso es denominado como “Evangelistán del Polvo”, ya fue abordado por Romulus Maya y sus colaboradores e invitados, en programas, artículos y publicaciones en las redes sociales, y funciona así:
- La presencia de la DEA en Latinoamérica garantiza, a cambio de información y caminos privilegiados para el narcotráfico, el pago (al Tío Sam y sus socios) de un porcentaje acordado por los “negocios” que realizan los traficantes. Este pago se realiza mediante depósitos en paraísos fiscales, utilizando doleros, y parte de ese dinero financiará operaciones secretas y desestabilizadoras impulsadas por el Deep State a nivel mundial (espionaje, primaveras, golpes, invasiones, etc);
- Así, el capital financiero acumulado por el tráfico es “reciclado”, en paraísos fiscales protegidos por los EUA (los bancos le dan cobertura a todo el esquema) y el dinero sucio es lavado, por ejemplo, por medio de la compra de activos financieros como las acciones de empresas con altos volúmenes de negociación y valor de mercado (los chamados blue-chips de la Bolsa de Valores);
- Los Estados Unidos cortan parte de su déficit de cuenta corriente directo, y dinero, que antes estaba enterrado en maletas bajo el suelo en haciendas (como lo hizo Pablo Escobar, asesinado por la DEA), vuelve limpio para el país y ayuda a “establecer un cajero” para financiar la embestida contra Estados que no están alineados con sus intereses imperialistas;
- Para tener una idea de cuánto la libre circulación del dinero que ese esquema genera, entre 1990 e 1999 hubo un aumento de US$ 4 billones en los flujos financieros internacionales de Estados Unidos, sin origen identificado.
En Brasil, ese esquema establece relación con el “milagro” de la agroindustria, pero también explica parcialmente el vigoroso crecimiento financiero de determinadas derivaciones religiosas en los últimos años.
Es de conocimiento general que el agro-negocio funciona como lavandería para el crimen organizado, camuflando el origen del dinero sucio del narcotráfico en operaciones ficticias de venta de ganado y granos – una estratagema conocida como papel de vaca y papel de soja – y también enmascarando la salida de drogas a través de envíos de soja y otros granos.
Del mismo modo, no es de hoy que conocemos la existencia de un estrechamiento de los lazos entre el tráfico y parte de ciertas iglesias con el objetivo de facilitar el lavado del dinero de negocios ilegales del crimen organizado. Así, a la donación de los fieles, en los templos donde se establecen estos lazos, se le suma “milagrosamente” al dinero del tráfico. De hecho, en las zonas más pobres en varias regiones del país, hay una presión, por facciones criminales, de modo que las personas se conviertan en representaciones específicas de la iglesia, incluso mediante el uso de la violencia.
La idea de este esquema es someter a las personas a una gobernanza formateada en la línea “milicianos”, donde se toleran las faltas y el narcotráfico recicla el capital financiero que acumula en sus transacciones, apoyado institucionalmente por la juristocracia (que actúa en sinergia con los militares) y con el apoyo bancario, que cubre todo el esquema (milicia = estado; milicia + evangélicos = votos y poder; milicia y tráfico = miembros).
Entonces, cuando son incapaces de alcanzar (“en un primer momento”) su alineación con el poder, actúan enérgicamente para desestabilizar a los gobernantes que no comparten el esquema o que pueden obstaculizar y, en consecuencia, también pueden obstaculizar los intereses imperialistas, atraídos por el Deep State norteamericano bajo influencia de Israel, junto con sus representantes locales.
Los líderes no alineados son diferidos del poder, mientras que los generales y jueces (miembros o al servicio del “Estado Profundo” en su versión Tabajara) siguen manteniendo y fortaleciendo la estructura de la organización que les garantiza en el poder. Como bien recuerda Romulus Maya, casi se llegó al clímax de ese esquema, con Aécio electo presidente: “Peor de lo que es, solo cuando se elige un“ jefe ””.
Así, mientras los medios de comunicación, la justicia, la policía y los partidos políticos se desvían del foco y no presentan denuncias y realizan investigaciones más incisivas y con poder real para enfrentar el narcotráfico, los “negocios” (incluyendo religiosos) y el crimen organizado van de la mano, como en la trama de la música, silenciados y “por debajo del agua”.
En la organización de todo este esquema, la Operación Lava-Jato y el Juez Sérgio Moro, con su “combate” al crimen organizado en Brasil, cumplen el papel que la DEA, com su “Guerra” a las Drogas, hace en América Latina, y cuyo “objetivo” es “pacificar” protegiendo a quienes pagan el “porcentaje pactado”. Los enemigos de quienes pagan la tasa de protección son perseguidos y, por supuesto, para mostrar servicio a la clase media, de vez en cuando, exterminan a algunos negros y pobres.
El caso, envolviendo la prisión del falso abogado americano-argentino-israelí, Marcelo D’Alessio (el titular de la DEA en Argentina), ilustra cómo funciona el esquema y su parecido con Lava Jato es muy revelador.
Oculto por la prensa brasileña, el caso revela cómo el juez federal (argentino) Alejo Ramos Padilla, quien no estaba en el esquema orquestado por Imperio anglo/sajón/sionista, demandó a D’Alessio como miembro de una asociación ilícita vinculada al espionaje estadounidense e israelí, y miembros del Poder Judicial “Lava-Jato argentina”, el cartel de los medios locales (Clarín) y el gobierno argentino (desde la derecha) ), para intentar incriminar a Cristina Kirchner y aliados.
El juez Padilha identificó la existencia de esta articulación entre los servicios de inteligencia argentinos y estadounidenses con la Justicia local, socavando el sistema democrático en Argentina, y señaló la formación de expedientes y los marcos y orientaciones de las causas judiciales como las principales estrategias utilizadas para tal fin. Implosionando así la versión de Buenos Aires de la operación brasileña Lava-Jato.
Gracias a los esfuerzos de este juez, Argentina, al menos momentáneamente, logró liberarse de las garras y el yugo imperialista y ganó el intento de golpe judicial / mediático sufrido. lo que infelizmente no pasó por aquí. Lo que infelizmente no pasó por aquí en Brasil.
Al contrario de lo ocurrido en Argentina, Sérgio Moro nunca intimidó al mega-doleiro Dario Messer, quien, en paralelo al caso de Buenos Aires, supuestamente realizó, aquí, una función similar a la de D’Alessio en nuestro país vecino, manteniendo ambos (cambistas) vínculos estrechos con Estados Unidos e Israel.
Y queda la pregunta: ¿por qué, a pesar del nombre de Dario Messer que aparece en el comunicado de varios directores de Odebrecht recogido por Sérgio Moro en el ámbito de Lava-Jato, nunca fue “invitado” a declarar en Curitiba?
La respuesta a esta pregunta pasa necesariamente por comprender qué hay detrás de los intereses de EE.UU. e Israel en América Latina y en Brasil. Y por supuesto, además de la cuestión de nuestro servilismo y colonización, apuntando a la sustracción de nuestro patrimonio y nuestro mantenimiento como meros proveedores de materias primas y mano de obra barata, se relaciona con la garantía de la libre circulación del polvo.